La prensa, los llamados medios, se convirtieron rápidamente en herramientas de poder, siendo reconocidos como el 4to en las estructuras de este, actuando así, desde que se inventó la imprenta.
La prensa ha derrocado gobiernos y puesto otros, ha participado en cambios sociales, buscando siempre que el periodismo se acerque a la cacareada y casi nunca ejercida ética pues los de la pluma y la opinión muchas veces se ven atrapados en las ambiciones de poder.
Un micrófono es demasiado poderoso… casi como un ejército.
En el arcoiris de quienes se dedican a la prensa hay de todo, desde dignos referentes hasta verdaderos delincuentes que hoy, al diasporizarse las herramientas que incluyen las redes sociales y denigrarse la administración de medios, cualquier persona puede acceder a un micrófono y usar para su mente delictiva, la difusión de disparates o matrices de chantaje y extorsión amparados en la constitucionalmente aceptada Libertad de Expresión.
Por desgracia, el buen periodismo se ve opacado por entes que usan los medios para «atacar» para ser luego «llamados» por «atacados» y resolver sus apetencias de cualquier tipo.
Mercenarios, delincuentes, que muchas veces basan sus ataques en personajes dedicados a la política o al empresariado que tienen algo que ocultar, aunque a veces se tropiezan con quienes simplemente no se dejan extorsionar y reaccionan con valentía, tengan razón o no, como reacciona una víctima ante un asaltante.